martes, 8 de abril de 2014

EL ASALTO AL MONASTERIO

Una de las mejores armas de los estrategas es "el camuflaje". Gran técnica que te hace pasar desapercibido hasta que decides aparecer. Y, exactamente, eso es lo que ha hecho hoy este fabuloso grupo de guerreros: los vikingos.

Una osada propuesta que les hace partir desde el Parque de las Cruces (Aluche) hasta San Lorenzo de El Escorial, con el único objetivo de "asaltar el Monasterio". Seis vikingos y un invitado son los elegidos: Richi, Gerar, Ricardo, Roberto, Casillas, Juan Carlos y Juan.

A las 09:40 horas de un día muy soleado ponen en marcha sus máquinas rodadoras y se integran en el tráfico de la Avenida de los Poblados hasta llegar a la rotonda bajo la M-502, giran a la izquierda y, por el arcén de la M-511 se aproximan hasta la primera rotonda de la Ciudad de la Imagen. Giran a su derecha y son recibidos por un pequeño carril-bici que les saca del tráfico rodado de la ciudad.

A partir de este punto ponen en práctica la técnica del "camuflaje", Deciden sortear todas las urbanizaciones del Oeste de Madrid, sin ser vistos, bordeándolas y evitando un enfrentamiento con sus "humildes" residentes. Caminos que las perimetran les invitan a rodar reservando energías para más adelante. Pasan Prado de Somosaguas y La Finca. Tras pasar bajo la M-40, bordean La Cabaña hasta llegar a los límites de Monte Alina. Siguen por estrechos caminos y ante el asombro del vigilante de control de Monte Claro, saltan un muro para perderse por escondidos senderos y bordear esta última urbanización hasta llegar al Monte de Boadilla.

Dejando a su derecha los campos de golf de Majadahonda, sufren la primera acometida del terreno en forma de "falso llano". Pero no es obstáculo. Sin esfuerzo pasan sobre la M-50 y, como auténticos gladiadores, se pasean por la Urbanización Ciudad Bonanza, sin que nadie haya sido capaz de pararles.




A su paso bajo la M-503 la sierra nevada les saluda y les regala una larga y rápida bajada hasta el Río Guadarrama, pudiendo observa a la izquierda el Castillo de Aulencia



El carácter depredador de esta estirpe de guerreros les hace guarecerse bajo las plataformas de la M-503 para aprovechar la sombra y el frescor de las aguas del río y realizar un primer avituallamiento. Llevan recorridos 22 kilómetros recorridos y no han encontrado obstáculos. Agazapados junto a las aguas se preparan para las sorpresas que, a partir de ahora, les tenga preparado el terreno. Toca subir.




Continúan la marcha subiendo al corto arcén de la M-503 y se introducen en una macro urbanización: Villafranca del Castillo, perteneciente a la localidad de Villanueva de la Cañada. Son recibidos con cierta hostilidad. Sus empinadas calles les hace trabajar, pero consiguen salir airosos de todas las rampas. 

Un cómodo y tranquilo camino de tierra les sitúa a los pies de Villanueva del Pardillo. Bordean el pueblo por su izquierda y no encuentran resistencia. Todo son facilidades: un pequeño carril-bici para llegar y un tranquilo camino para salir. Pero la sorpresa y el "campo de batalla" les espera al pasar unos hangares. El cebo es una antigua y ruinosa carretera asfaltada que, poco a poco, se va empinando y durante unos tres kilómetros consigue que el grupo vikingo se estire y se produzcan enfrentamientos individuales. Pero consiguen salvar este escoyo y, agrupados, salen de la trampa asfaltada. La frondosidad de los árboles y el verdor del paisaje les acompaña mientras ruedan por buenos caminos hasta la localidad de Colmenarejo.

Salvada una de las zonas conflictivas del recorrido, los vikingos se preparan para disfrutar. Lo que a partir de ahora les espera es un regalo para los amantes de la bicicleta. Primero, se toman un pequeño descanso junto a la Ermita de la Virgen de la Soledad. Sus verdes praderas y su fuente de fresca agua les invita a realizar otro avituallamiento, tras 40 kilómetros de recorrido.

Ermita de la Virgen de la Soledad

Vistas desde el mirador



Una larga bajada les lleva hasta el Embalse de Valmayor, y en su lado opuesto observan "su botín", el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. ¡Ya falta poco!




Embalse de Valmayor

La humedad que proporciona el embalse, la borrachera visual que ofrece este entorno y una continuidad de sinuosos senderos bordeando las aguas llevan al grupo vikingo hasta una pasarela en desuso que sirve de dique al Embalse de Los Arroyos y que da continuidad a sus aguas hasta el Embalse de Valmayor.


Embalse de los Arroyos. Al fondo, los límites de las urbanizaciones de Collado-Villalba



Embalse de Valmayor
Después de disfrutar visualmente, ahora toca hacerlo con los pedales. Nada mas salir de la pasarela los vikingos se introducen en un largo y serpenteante sendero escondido entre la frondosidad de los árboles y junto al Arroyo Ladrón, siempre dejando a la derecha los límites de Collado-Villalba. Pero antes de dejar atrás esta localidad, los guerreros han de vadear el arroyo, demostrando una envidiable destreza.




Poco a poco se van aproximando a su destino. Las vías del tren les acompañan, y les lleva a un entramado de caminos protegidos por cercas. Pero el camino se resiste y les regala una gran balsa que deciden vadearla, casi sin mojarse, y  un "caudaloso río de aguas bravas" procedente de aperturas temporales de acequias que no les deja otra opción que vadearlo montados en sus bicicletas (no hay imágenes del "río", había que salir airosos de esa encerrona).




El pueblo de El Escorial está muy cerca, pero aún no lo ven, siguen camuflados entre la naturaleza. Han salido airosos del "baño de agua" y continúan pedaleando y observando las tranquilas reses pastando en los verdes campos. Las fuerzas van mellando a algunos guerreros pero el premio esta muy cerca.

La técnica del "camuflajes" les recompensa saliendo del camino a las calles de El Escorial. Agrupados se preparan para la última batalla. Dentro del casco urbano pasan por debajo de las vías del tren y se disponen a subir hasta el Monasterio. Ya no hay estrategias, la sorpresa es su baza y la lucha contra las largas y empinadas calles hace que el enfrentamiento sea individual. Uno a uno, los vikingos sufren sobre sus sillines y sortean el asfalto y el adoquinado hasta conseguir su objetivo. Asaltan el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial ante la sorpresa de una multitud de jóvenes turistas.




Las indumentarias vikingas se dejan ver junto al Monasterio. Poco a poco los héroes ciclistas se van agrupando tras superar el largo y agotador, pero reconfortante ascenso. Como premio, una foto para el recuerdo:




El botín previsto para hoy ya ha sido capturado. Otros guerreros se conformarían con ello, pero estos vikingos son insaciables y saben que el verdadero botín aún les está esperando. Por muy lejos que se vayan "ellas" no les abandonan, siempre les esperan. Las rubias fresquitas les reciben en el Restaurante Parada y Fonda donde dan gusto al paladar disfrutando de las viandas de la zona y finalizando así la fantástica ruta de hoy que les ha hecho recorrer 60 kilómetros por caminos y senderos. El regreso, en Cercanías de RENFE. 





EL CUADERNO DEL VIKINGO: 

Total kilómetros: 58,50
Tiempo total invertido: 5 h. 04'
Tiempo en movimiento: 3 h. 55' 04''
Tiempo detenido: 1 h. 08' 56''
Velocidad media en movimiento: 15 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 1063 m.
Desnivel acumulado descendiendo: 825 m.
Altitud máxima: 1026 m.
Altitud mínima: 554 m.



DESCÁRGATE EL TRAK
DE LOS VIKINGOS


PERFIL DE LA RUTA:





EL PLANO DE LA BATALLA




by Gerar

No hay comentarios:

Publicar un comentario